El joven actor demostró que tiene talento propio como para hacerle frente a un oficio en el que su padre (Darío) ya tiene un lugar ganado.
Juan Grandinetti, hijo de Darío, tomó su primer papel principal en cine con “Pinamar”, el filme de Federico Godfrid de la competencia argentina del Festival de Mar del Plata, con un papel intimista que resuelve con soltura, tras seis años de carrera en el teatro.
Más allá del apellido, en la cinta de Godfrid, Juan demostró que tiene talento propio como para hacerle frente a un oficio en el que su padre ya tiene un lugar ganado, y en el que él hace su propio camino, sin renegar del apellido, pero marcando diferencias.
“Apunto a tener un criterio para aceptar las cosas que quiero hacer. Ya en la vida aprendo mucho de mi viejo y el trabajo no le escapa eso, soy afortunado y quiero aprovecharlo al máximo porque lo admiro como padre y colega”, dijo el actor en un reportaje con Télam.
Con una actualidad en “Pilarcita”, de María Marull, y pasado en obras como “Grietas”, de Lola Banfi, “Romeo y Julieta”, dirigida por Virginia Lago, la renombrada “Toc Toc”, con dirección de Lía Jelin, este año Juan también pudo filmar otras tres películas, todas con su padre.
En “Pinamar”, el coprotagonista Agustín Pardella y Grandinetti representan a dos hermanos que viajan a esa ciudad para vender la casa que fue de su madre, fallecida en un accidente, dando la desolación del fuera de temporada, el marco ideal para reencontrarse con los recuerdos y enfrentar a sus fantasmas.
Godfrid apela a una narración lineal en la que los verdaderos sentimientos de los protagonistas van in crescendo, sin planos revolucionarios, pero con la certeza de que los actores y los tiempos son los que manejan los hilos de una trama que no decae ni muestra fisuras.
Grandinetti (Pablo) representa al hermano mayor, taciturno y con sentimientos guardados, cuya importancia son los juegos de los silencios y las pocas frases, transmitiendo ese sentimiento de pérdida en algo palpable para el espectador y que al final termina desnudando.
“Fue un proceso intenso. Yo no conocía el mundo del cine, hice mucho teatro desde 2010. Fui muy afortunado porque Federico tiene muy en claro lo que quiere, dirige de una forma muy especial y muy contenedora. Era lo primero que hacía y yo estaba lleno de miedos de cómo pasar del teatro al cine”, afirmó el intérprete.
– Tu trabajo y el de Pardella generan mucha empatía.
– Hay mucho de Pablo y también de Juan en el personaje. No volví a tener una dirección así, como la de Fede. Juan es introvertido, tímido, un poco fóbico a la gente. Tengo muchos amigos, pero me gusta estar solo y pensar. Me gustan los consejos, pero en base a conceptos ya hechos.
– Encarar la muerte de la madre, siendo tan jóvenes, es algo duro para transmitir.
– A mí no me pasó, pero justo mi vieja se había ido a vivir a Barcelona, algo que fue duro porque yo había convivido con ella toda mi vida. Por esta separación, pude mezclar un poco esos sentimientos. Hubo una escena en la película, que no quedó, en la que realicé esa memoria emotiva, porque para mí fue muy movilizador cuando se fue.
– ¿Cómo sentiste la adaptación al cine?
– Es un laburo que fui aprendiendo a medida que rodábamos. El teatro me das más miedo porque la gente está ahí y no hay corte que valga. Acá, por otro lado, es muy difícil no distraerse con el detrás de cámara. Eso lo fui a prendiendo con el rodaje. Es otra metodología, me agarró en un buen momento para nutrirme como actor y sumar herramientas. Al principio me costó, me doy cuenta cuando veo la película, pero confié plenamente en la apuesta y fue un gran acierto de los diálogos silenciosos, sin texto.
– Diste el paso al cine cuando venías con buenas críticas en teatro.
– Mi carrera se fue dando. Fui afortunado por arrancar con Javier Daulte, una persona muy respetada y a la que la gente va a ver con buena expectativa. Aprendí mucho con él y tuve la suerte de que me llamen para otras obras. Estaba muy interesado en el teatro y no me hacía la idea del cine, pero en un momento me bajé de “Toc Toc” y apareció el casting de “Pinamar”, que por suerte se había prolongado porque no encontraban actor.
– Y seguís en cine
– Sí, vengo de hacer tres películas con mi viejo. Una de Lucas Figueroa, otra de Alberto Lecchi, y la última de Toti Glusman. Estoy muy conforme con este año, aunque no tengo proyectos en concreto para este año. En las tres trabajé con mi viejo (en dos hacen de padre e hijo) y, al finalizar la última película, nos abrazamos porque se pudieron dar.
– ¿Notás diferencias y similitudes, en lo profesional, con respecto a tu padre?
– Tengo más cosas en común que diferentes con mi viejo. Quiero que me reconozcan como Juan y no como el hijo de, pero eso me excede, así que no me enrosco. Los que no quieran verlo así, es su tema.
Agustín Argento – Télam.